Madre, Santa María,
¿en dónde canta el ave
de la esperanza mía?…
Y vi que un peregrino
bello como Santiago,
iba por mi Camino.
Me detuve en la senda,
y respiré el ingenuo
aire de la leyenda.
Y dije mi plegaria,
y mi alma tembló toda,
oscura y milenaria.
Seguí adelante… Luego
se hizo luz en la senda
y volví a quedar ciego.
¡Ciego de luz de aurora
que en su rueca de plata
hila Nuestra Señora !
¡Orballiño fresco,
nas pallas d´o día !
¡Orballiñó, gracia
d´a Virxe María!
Autor: Valle Inclán
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