Codex Calixtinus

"Todos los pueblos irán en peregrinación hasta la consumación de los siglos"

miércoles, 17 de febrero de 2010

Pamplona-Santo Domingo de la Calzada (3)


La lectura nos hace a todos peregrinos,
nos aleja del hogar, pero lo más importante,
nos da posada en todas partes. (Hazel Rochman)


Muchos son los libros sobre el Camino de Santiago, pero nada de lo que se lee en ellos hace más intuitiva la sensibilidad como lo tangible de las piedras y la naturaleza. Por muy bella que sea la imagen descrita de una iglesia, una pintura, una estatua, más emotiva será la atracción que despierta el poder apreciarla en toda su realidad. No sólo el Arte nos conmueve, sino también la tierra, el paisaje cada vez distinto a nuestro alrededor. Ahora acabamos de pasar Estella. Quedarán en mí siempre el recuerdo de la iglesia del Santo Sepulcro y su portada gótica, la iglesia de San Miguel y la de San Pedro de la rúa. Estas y otras iglesias que encontraré en el Camino, me hacen pensar en los maestros de obras medievales, en lo minucioso y armónico de su trabajo, en su perfección. Los artesanos de aquella época nos han dejado su herencia en una arquitectura simbólica que buscaba su camino en el designio de Dios. En el interior de esas iglesias soy yo quien busca respiro espiritual en el intento de descifrar el mensaje y los enigmas que nos dejaron en las piedras.

El paso por la calle principal, que al mismo tiempo es camino, lo hacemos lento y atendiendo a todo lo que se ofrece al caminante. Reponemos nuestro atillo con algo de pan y fruta. Hay tiendecitas con recuerdos, tarjetas para los de casa, bordones y vieiras. No se nos resiste una panadería y caemos en la tentación de probar lo dulce de sus productos; quizás no es un ejemplo muy peregrino, pero ... ¡salimos con el estómago reconfortado!

El camino sigue por tramos solitarios, pero no menos bellos en sus tonalidades ocre, marrones y oro, y tierras más duras donde va apareciendo la vid. Estamos ya en Santa María la Real de Irache, bajo la mirada de Montejurra. Cuando llegamos acaban de cerrar las puertas del monasterio y nos tenemos que contentar con admirar sus dos portadas. Iglesia, claustro, refectorio, la sala capitular, la sacristía, todo queda para otra posible visita. Siento tristeza por este contratiempo. ¡Estar tan cerca y no poder acercarse más! Para quitarnos el mal sabor de boca nos vamos a la fuente que Bodegas Irache tiene instalada allí: un grifo de agua y otro del que mana vino está a disposición del peregrino. Ya reconfortados con un vasito de este caldo y con los ánimos más serenos tomamos la senda hacia Villamayor de Monjardín entre campos de viñedos. Hace calor. Antes de llegar nos encontramos con un aljibe de estilo románico que se conoce con el nombre de Fuente de los Moros y que probablemente fuera para que los peregrinos calmaran su sed y se lavaran. Una sensación extraña me asalta al contemplar esas aguas oscuras y serme difícil apreciar bien su profundidad. No seré yo quien intente hacer la prueba. Ya vemos cerca, sobre un cerro a la derecha, las ruinas del castillo de San Esteban de Deio; construido por los árabes y conquistado por el rey de Navarra, Sancho Garcés, éste lo destinó a ser su panteón.

Después de un rato de pausa y refrescarnos a la sombra –no con el agua- del extraño aljibe, proseguimos el camino hasta llegar a Monjardín. Las calles del pueblo que tienen una suave pendiente, la iglesia y una cruz procesional del siglo X, merecen que nos detengamos en él y busquemos el albergue para nuestro descanso.

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