Codex Calixtinus

"Todos los pueblos irán en peregrinación hasta la consumación de los siglos"

domingo, 6 de febrero de 2011

Lo poético del camino

Acuarela: Antón Hurtado


Belit, me conmueve el temor en tus palabras; la sinceridad habitual en ellas tiene un inquietante acento que se me hace difícil de aceptar. ¿Porqué ese recelo a desnudar las emociones que son inevitables, porqué esa ausencia tan cercana al olvido? Nada de esto va a poner límites a tu vida libre de aventurero, y nadie te hará renunciar a seguir peregrinando hacia tu nuevo destino. Lo cierto es que ningún camino es seguro, ni todas las etapas llevan a la justa dirección; los nombres quedan atrapados en la distancia y mantienen sus promesas con el disfraz de una mal contada leyenda. No dejes que la literatura te engañe, no creas todo lo que la fantasía te haga ver. Repasa bien el libro de La Gloria de los Reyes pues es posible que en él aparezca falseada la realidad y el Arca que buscas no se encuentre en la meta que te dicta tu camino.

El mío, mi Camino hasta el Apóstol, sigue la ruta establecida por los pasos de quienes me precedieron. Son la gramática del peregrino a Santiago. En cambio, las palabras se hacen ahora apuntes esparcidos, literatura, para recoger la memoria y superar la distancia. Por eso te escribo. Debes saber que ya llegué a Lugo después de una jornada larga por paisajes, sendas libres y una naturaleza que constantemente me sorprende. La presencia de una robusta muralla confirma la categoría de esta ciudad, acogedora y consciente de su peregrina tradición. A ella entro a través de la Puerta de San Pedro para recorrerla hasta llegar a la catedral y después buscar un lugar donde acojan a todo el que llegue a pie, para la cena y el descanso.

De nuevo en el camino. Poco a poco van surgiendo algunos peregrinos que se acercan, me adelantan y desaparecen en el trazado de esta etapa; hombres y mujeres con un destino común, con más o menos prisas y diferentes motivos para afrontar las distancias. El caminar se hace agradable, el aire acaricia pausadamente el entorno, y en el paisaje todo recibe un tinte mágico, prados, árboles, aldeas, vacas felices, brisas, olores y sendas para la paleta de un gran pintor. Ves, Belit, yo sí me dejo llevar por emociones positivas que descubren lo poético del Camino sin temer que mi sinceridad literaria se deje engañar. ¡Qué importa si las musas callan si el caminar nos descubre un lenguaje nuevo para recuperar la memoria y dar sentido a la vida! En la quietud y el silencio que me acompañan es la naturaleza que pone su voz y las imágenes. Después llegaré -si no olvido seguir las flechas amarillas- a Román da Retorta, Ferreira, Leboreira, Vilamor, entre subidas y bajadas, restos de la vía romana, pequeños cementerios, arroyos y alguna corredeira hasta entrar en Mélide. Mucha literatura para mis letras cansadas.

Sin noticias

Acuarela: Antón Hurtado


Aún no tengo noticias de Belit-Seri. En sus últimas palabras se sentía el cansancio, había en ellas dudas y desaliento, que con toda seguridad le han hecho incontrolable el camino y le impiden tomar cualquier decisión. A pesar de esto no creo que él rechace la belleza de los viajes, se abandone a la melancolía y a las nostalgias y deje de seguir el camino en busca de la verdad. Caminar no es algo que te impongan, no es un castigo, aunque en cierto tiempo, allá por el siglo trece, un tratado entre un conde de Flandes y el rey de Francia, forzó a unos cien caballeros a hacer el camino hacia el final de la tierra. No, no pienso que Belit se deje guiar por emociones negativas. El camino puede ser duro y exigente, dará miedo, cansancio o confusión; pero el caminar transforma, y Belit-Seri, como peregrino de la vida, sabe que todo el que realiza un esfuerzo puede tener la seguridad de encontrar lo que busca.


También para mí no hay nada que impida este deseo irresistible de seguir andando la ruta del Apostol. Como cada día me espera recien despierto el paisaje, la naturaleza encendida. Hoy dejo a Fonsagrada envuelta en el eco tibio de su leyenda y el recuerdo a Santiago. Atrás quedan las difíciles subidas; ahora el camino se hace más suave, con sendas entre pinos, eucaliptos y algún nogal. Las montañas se han hecho más discretas. El sol se muestra valiente, pero la lluvia caída ha dejado la tierra embarrada, pagajosa y absorvente. El camino está solitario y silencioso cuando llego a Montouto. En medio de esta soledad retraso mis pasos hasta estar ante el antiguo Hospital de Santiago, que -como un monarca destronado- ya no tiene protagonismo. Más tarde, después de una pendiente con piedras sueltas que pone a prueba mi paciencia y agilidad, estoy en Cárdavo pasando por el Monte de Matanza. Me llegan imágenes de un rey peregrino, de ejércitos y de batallas reñidas, y así vuelve a mí de nuevo el recuerdo de Belit-Seri, la añoranza a aquel guerrero que paseó conmigo a las sombras de los sicómoros en las tierras del sur. La historia otra vez presente, pienso, mientras me dirijo al albergue para descansar.

Me espera todavía una etapa que no me va a dar grandes problemas. Hay pocos desniveles; se alternan llanos con una ligera subida al Alto de Vaqueriza, a un santuario y –en Villabade- a una iglesia gótica con prestancia de catedral. Enfrente de ella un pazo que sirvió de cenobio y fue usado de hospital para peregrinos, muestra también su valía con escudos en su fachada. De nuevo hablan las piedras y está presente el pasado mostrando su carácter persistente. Más adelante siguen senderos, caminos pequeños y se atraviesa aldeas, Castroverde, Santa María de Gondar. Hace calor, que se hace cómplice del cansancio; los pasos se retrasan, la boca se siente seca y el cuerpo echa de menos el alimento y el reposo, pero todavía me falta superar un desvío por un polvoriento tramo, bajar una incómoda pendiente, volver a subir hasta la Puerta de San Pedro que da entrada, a través de la muralla, a la ciudad de Lugo y, aunque estoy a la espera de noticias de Belit-Seri, mañana tengo una nueva cita con el Camino.

¿Hay quién sabe dónde está Belit-Seri?


Acuarela: Antón Hurtado



"Hay que cambiar la vida …
Hay que encontrar un lenguaje nuevo"
Rimbaud

He seguido caminos, he abierto puertas y mirado en rincones. Consulté libros, hice preguntas. La memoria se mostró débil, y sólo la palabra imprevisible del tiempo dejó huellas de acentos y otras formas verbales que declinan su ausencia. Nada hay que me indique dónde está Belit-Seri. Su imagen va haciéndose transparente entre sombras de olvidos, y nuestra historia tendrá un epílogo de silencios destilados de amores y recuerdos de todas las rutas que hemos andado hasta ahora. Las últimas noticias que me llegaron de él confiesan tristeza, y una pasividad atareada en lamentaciones. Parece ser que busca un paraíso libre de sendas y de compromisos, algo que únicamente puede existir en un terreno de impensables conjeturas, donde los sentimientos no tienen rostro ni voz. Creo que Belit-Seri ha perdido el rumbo de sus pasos, el destino de su peregrinación.

Otra vez ante mí el camino; el valle abierto, sendas y montañas salen a mi paso aliados a una naturaleza que trataré de descifrar. Palmo a palmo, piedra a piedra, continuaré hacia Santiago. Quizás esto me ayude a descubrir la magia que lleva a la Puerta del Conocimiento, a encontrar la energía espiritual necesaria para interpretar símbolos y silencios de templarios y monjes. Así, como aquel alquimista que conoció en el Camino del Apostol la clave de lo exotérico, también yo espero que me sea revelado el porqué de seguir andando.

He dejado atrás Grandas de Salime. La ruta sube hacia El Acebo ante la mirada plácida de algunas aldeas, prados y zonas de pinos, robles y castaños. La lluvia es silenciosa compañera en este tramo que lleva a Galicia, que sigue siendo hermana y conserva trazos semejantes, con buenos caldos y mejores cocidos, como bien sabría apreciar Belit-Seri. Siempre hacia poniente sigo sendas calladas y húmedas hasta llegar al Real Hospital de Montouto. He perdido el sentido del tiempo y éste me hace encontrar un lugar en la historia donde esforzados peregrinos reciben ayuda antes de seguir hacia el Apóstol. Más adelante voy bajando por bosques, praderas, entre vacas sumisas en soledad. Soledad y silencio, dos constantes que tienen lugar en este camino; pero nada de nostalgias ni de melancolías, aquí son una virtud.

Paradavella, Fontaneire, Cádavo; nombres, sucesos, crónicas de guerras e historias de reyes, fuentes de inspiración que pueden dejar libre de aflicciones a un escriba como Belit-Seri. Caminos embarrados, sendas de piedras sueltas, trochas y desniveles, arroyos para cruzar, todo en un paisaje generoso de impresiones y de color. Aún quedan sorpresas en el camino: tramos suaves y bosques vivos, una ermita y una iglesia gótica en Vilabade; después más robles y restos de una iglesia con un aire algo triste.

Lugo está cerca, pero el camino a Santiago me exigirá templanza y un poco más de tiempo para aplacar mi fatiga. Aún quedan muchos kilómetros por estas tierras de los albiones hasta llegar al Santo, habrá sitios encantadores y ríos alegres, senderos difíciles y otros que no lo son tanto. También me sentiré cansada como tú, Belit-Seri, y pasaré algunos momentos de miedo al enfrentarme a perros solitarios, me perderé y hasta algunas noches no tendré albergue donde dormir, pero aunque me falte la energía que pueda darme ese jacinto-piedra de Compostela no dejaré de reconciliarme cada día con el Camino y seguir hacia mi destino por él. La vida y un lenguaje nuevo me esperan.