Codex Calixtinus

"Todos los pueblos irán en peregrinación hasta la consumación de los siglos"

domingo, 6 de febrero de 2011

Sin noticias

Acuarela: Antón Hurtado


Aún no tengo noticias de Belit-Seri. En sus últimas palabras se sentía el cansancio, había en ellas dudas y desaliento, que con toda seguridad le han hecho incontrolable el camino y le impiden tomar cualquier decisión. A pesar de esto no creo que él rechace la belleza de los viajes, se abandone a la melancolía y a las nostalgias y deje de seguir el camino en busca de la verdad. Caminar no es algo que te impongan, no es un castigo, aunque en cierto tiempo, allá por el siglo trece, un tratado entre un conde de Flandes y el rey de Francia, forzó a unos cien caballeros a hacer el camino hacia el final de la tierra. No, no pienso que Belit se deje guiar por emociones negativas. El camino puede ser duro y exigente, dará miedo, cansancio o confusión; pero el caminar transforma, y Belit-Seri, como peregrino de la vida, sabe que todo el que realiza un esfuerzo puede tener la seguridad de encontrar lo que busca.


También para mí no hay nada que impida este deseo irresistible de seguir andando la ruta del Apostol. Como cada día me espera recien despierto el paisaje, la naturaleza encendida. Hoy dejo a Fonsagrada envuelta en el eco tibio de su leyenda y el recuerdo a Santiago. Atrás quedan las difíciles subidas; ahora el camino se hace más suave, con sendas entre pinos, eucaliptos y algún nogal. Las montañas se han hecho más discretas. El sol se muestra valiente, pero la lluvia caída ha dejado la tierra embarrada, pagajosa y absorvente. El camino está solitario y silencioso cuando llego a Montouto. En medio de esta soledad retraso mis pasos hasta estar ante el antiguo Hospital de Santiago, que -como un monarca destronado- ya no tiene protagonismo. Más tarde, después de una pendiente con piedras sueltas que pone a prueba mi paciencia y agilidad, estoy en Cárdavo pasando por el Monte de Matanza. Me llegan imágenes de un rey peregrino, de ejércitos y de batallas reñidas, y así vuelve a mí de nuevo el recuerdo de Belit-Seri, la añoranza a aquel guerrero que paseó conmigo a las sombras de los sicómoros en las tierras del sur. La historia otra vez presente, pienso, mientras me dirijo al albergue para descansar.

Me espera todavía una etapa que no me va a dar grandes problemas. Hay pocos desniveles; se alternan llanos con una ligera subida al Alto de Vaqueriza, a un santuario y –en Villabade- a una iglesia gótica con prestancia de catedral. Enfrente de ella un pazo que sirvió de cenobio y fue usado de hospital para peregrinos, muestra también su valía con escudos en su fachada. De nuevo hablan las piedras y está presente el pasado mostrando su carácter persistente. Más adelante siguen senderos, caminos pequeños y se atraviesa aldeas, Castroverde, Santa María de Gondar. Hace calor, que se hace cómplice del cansancio; los pasos se retrasan, la boca se siente seca y el cuerpo echa de menos el alimento y el reposo, pero todavía me falta superar un desvío por un polvoriento tramo, bajar una incómoda pendiente, volver a subir hasta la Puerta de San Pedro que da entrada, a través de la muralla, a la ciudad de Lugo y, aunque estoy a la espera de noticias de Belit-Seri, mañana tengo una nueva cita con el Camino.

1 comentario:

  1. Pilar por favor sacar de tu página ese sapo encerrado en un cubo de hielo. Impide leer.
    Con mi aprecio
    Víctor Manuel

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