Codex Calixtinus

"Todos los pueblos irán en peregrinación hasta la consumación de los siglos"

domingo, 7 de febrero de 2010

Tramo Pamplona-Santo Domingo de la Calzada (1)

2008


Llegamos a una Pamplona a medio despertar, sin el bullicio que muestra en sus días de fiestas. Ahora están las calles calladas y recogidas, y hasta el mismo San Fermín permanece sereno en su hornacina, sabiendo que los mozos volverán a requerir su protección. El aire hace apetecible el sol en esta ciudad acogedora que nos incita a conocer su más clásica identidad, pero el Camino nos reclama y no nos detenemos mucho tiempo. Así seguimos nuestra ruta hasta la catedral que nos dejará su sello en este encuentro. La fachada del templo no permite adivinar el interior gótico que me sorprende con tres naves y capillas adyacentes; el crucero, el color y la luz de las vidrieras, la Virgen del Sagrario en el Altar Mayor y el precioso claustro, son sus atractivos principales. No hay ninguna duda que el rey de Navarra Carlos III el Noble y su esposa Leonor de Trastámara se sienten dichosos de descansar aquí hasta la eternidad en su lecho sepulcral de alabastro. Hay más gótico en la iglesia de San Cernín, también patrón de Pamplona. En su interior la Virgen del Camino; delante, el pozo donde según la tradición bautizaba San Saturnino -o lo que es lo mismo: San Cernín- los primeros cristianos.

Hay mucho más para ver en Pamplona, pero el Camino se hace andando y tenemos que continuar. El amarillo nos lleva por senderos y caminos que atraviesan campos en oro viejo. Serían de barro si la lluvia estuviera presente, pero tenemos suerte y es el sol el que impone sus condiciones. Nuestro primer desafío es el Alto del Perdón. Paisajes extensos que se van elevando poco a poco. Hace calor y buscamos esa bóveda vegetal que nos anuncian en la guía, pero la sombra es escasa, y sólo nos detenemos para abrir las mochilas y buscar el bocadillo apetecible y beber del agua recogida en Zariquiegui. Más ascenso, ahora sorteando piedras con dificultad y vigilados siempre de cerca por las finas siluetas que componen un bosque eólico. Una vez en la cumbre –donde se cruza el Camino del viento con el de las estrellas- no olvidamos de mirar hacia atrás: un momento inolvidable que hace verdad la leyenda allí arriba. Por nuestra parte nos encontramos perdonados cuando llegamos ante el monumento al peregrino: figuras recortadas que se enfrentan al viento.

Hace calor y los pies sufren en el comienzo con la rápida bajada, entre tramos de piedras grandes y tierra suelta que hacen inseguros mis pasos. Siento el vértigo, pero es difícil el frenado en la pendiente. Sigo los consejos de que mejor es dejarse ir, y tanto lo hago que termino sintiendo la atracción de la gravedad con un final que me hace rodar por el sendero. Más comunión con el Camino es imposible, y esto sólo es un toque de atención para saber que hay que adaptarse al carácter del camino, comprenderlo, aceptar nuestros límites y no dejarse desanimar por lo que a primera vista parecen objetivos inalcanzables. Uterga, Muruzábal, campos de cultivo, trigo y girasoles, y la iglesia de Santa María de Eunate, la de las cien puertas. Este templo, ermita octogonal con un curioso claustro abierto, está considerado como uno de los misterios del Camino. Se piensa que perteneció a los Caballeros del Temple y está rodeado de numerosas leyendas. Y leyendas –e iglesias- no faltarán en ningún tramo del Camino a Santiago.

La tarde ya va vencida cuando llegamos a Óbanos por calles que dan fe de su importancia histórica. La jornada nos ha sido exigente y ahora se hace largo y lento estos últimos pasos hasta llegar el albergue, pero al fin tenemos nuestro sello y nuestras literas. La sensación de estar en casa toma forma cuando dispongo mis cosas para esa noche: el saco de dormir, la pequeña linterna, el cepillo de dientes, los últimos apuntes. Me ducho y cambio de ropa. Primero nos toca flagelarnos con un buen condumio en el bar más próximo, ese restaurante o la pequeña taberna donde el peregrino tiene asegurado el menú. Después el regreso rápido al albergue, donde me entrego al sueño sin apenas darme cuenta de que ya estoy en él.

1 comentario:

  1. Querida hermanita: aunque este camino que narras lo hice contigo, al leer tus comentarios lo redescubro y le doy un significado nuevo. La vida en sí es un camino de Santiago que todos de una manera ú otro realizamos en busca de conseguir nuestra particular Credencial. Seguiré con atención este precioso blog.

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